18/1/08

Ana y Mia

Ya es tarde. Dijo con aquel hilo de voz.
Nunca es tarde. Le respondió sin dudar aquella señora que llevaba meses sin apartarse de la cabecera de su cama.
Ella seguía tumbada pensando en todo lo que le había pasado, en como había llegado hasta ahí. Por fin se lo planteaba, por fin estaba dándose cuenta de que había echo mal, y no sólo a ella, si no también a los que la rodeaban, y es lo que más la dolía.

Unos años atrás era una chica normal, feliz y alegre. Sólo empezó por sentirse algo mejor, en cuanto estuviera agusto lo dejaría.
Ella seguía siendo alegre, salía con los amigos, estudiaba. Nadie de su entorno se lo podría imaginar. Pero en casa ya sospechaban. Siempre le sobraba comida, y días con la escusa de que le dolía el estomago no probaba bocado.
Su madre se preocupó. Ella estaba bien, estaba adelgazando, cuando se viera bien lo dejaría.
Ese día llegó, se miró y se vio bien, ya podría dejarlo. Empezó a comer con normalidad, y engordó. Volvió a verse mal, a sentir como todo lo que comía la hacia estar mal, y decidió volver a empezar, estaba vez sabía que tendría que comer menos, mucho menos.
Empezó a querer comer sola, y tiraba la comida, que bien le hubiera venido tener perro.
Sólo hasta que se viera bien se repetía, sé lo que hago, es sólo hasta que me vea bien.
Sus padres se desesperaban, ya no era aquella chica alegre, y con sus 40 kilos aprecia que se iba a quebrar en cualquier instante.
Sólo hasta que me viera bien. Pero esta vez ese día nunca llego.

Es tarde se repetía, con 30 kilos ingresada en el hospital seguía sin verse bien.
Una parte de ella sabía que aquello estaba mal, siempre había odiado todo aquello, toda la gente que tenia trastornos alimenticios, le daba mucha pena que llegaran ahí. Nose percató que ella era una de esas personas.
Toda su familia volcada en ella, sus amigos, pero ella no quería nada más que quedarse tumbada en la cama.
Quizá lamentandose, quizá esperando a verse bien.

Aquella tarde se dijo que ya estaba bien, nunca había visto a su padre llorar.
Dio su primer bocado de muchos meses. Le sentó fatal, le dolía mucho el estomago, pero comió, y se dijo que lo haría siempre.

Al día siguiente desayunó. Sus padres vieron que aquello iba en serio, vieron como poco a poco volverían a recuperar a su pequeña. Ella también volvía a sonreír un poco, veía a sus padres felices, veía que no todo estaba perdido. Pensaba que sería una gorda toda su vida, pero que por qué no ser feliz así.
Ese día hizo todas las comidas. No había engordado nada, seguía con sus 30 kilos y muy débil, pero ya sonreía, y sentía como el peso de la felicidad podría ayudarla a levantarse.

Al día siguiente su madre entró con el desayuno y la vio. Nose movía, ya no respiraba. La bandeja de desayuno cayó al suelo y la madre se echo a sus brazos entre lloros y gritos llamando a un doctor. El médico no tardó en venir, pero ya no podía hacer nada.
Como era posible, se repetía su madre. Ahora que todo iría bien, ahora que volvía a sentir a su pequeña a su lado.

Días después su madre se suicido y el padre más tarde entró en una institución mental.

El día de verse bien había llegado, ya eres toda huesos, espero que en el cielo seas feliz.



Saludos y a más leer.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que historia tan dura.

La Niñata dijo...

ala tia...

Arimike dijo...

jjajaa. Oye, me he fijado en que los blogs que citas en tus enlaces, casitodos tienen un 'blog de...' delante. Y el mio es casi un insulto :P jjajaja.
Nada más.

La historia es increible.Es un tema que me llega al corazón de una forma especial.

un bsín

Maika dijo...

¿Ana y Mia?.
Ciertos nombres influyen en mí, lo siento, sobretodo después de ver "Californication".;)
La historia...humm.
Por cierto, hay cambios en lo del viernes, ya hablaremos.:(
¡¡Besazos!!